Lucas Pereyra (Sebastián Arzeno) es un escritor casado que viaja a Montevideo a cobrar el dinero por su próxima novela y evitar el cepo cambiario. Pero sobre todo es una excusa para encontrarse con Magalí Guerra, una admiradora veinte años menor que él.
Lo único interesante que tiene es su novedosa forma de financiación, con un montón de gente poniendo plata y tomando decisiones creativas. Si pretendían considerarlo como algo a destacar a futuro lograron lo contrario. La película es básica, aburrida, poco creíble y mal actuada. Se supone que es una historia de amor, pero los actores no parecen querer demostrarlo. No hay química ni tensión sexual entre ellos. No son creíbles
A nivel técnico tiene muchas fallas. La cámara tiembla permanentemente como si hubiera sido filmada por amateurs. La edición es bien básica. Una de las escenas más importantes tuvo como 5 recortes del mismo encuadre. Sus planos son tan simples y poco pensados que hacen difícil que uno se meta en la narrativa.
Igualmente, lo peor de la película es la constante necesidad de figurar que tiene Casciari, director de Orsai, editorial responsable de la forma de financiación, creyéndose Hitchcock cuando fuerza horriblemente al guión para que lo nombren, como si fuera Jorge Luis Borges. También son muy molestas las referencias tan innecesarias como snobs a Mateo, Cabrera, Rada, Cristina Peri Rossi, Tiranos Temblad, Zitarrosa y Damon Albarn, que no aportan nada a la historia.
Si van a hacer una próxima película con este método de financiación, espero que esté buena, y que Casciari por una vez en la vida entienda que él no es el protagonista de todo.