M3GAN es una maravilla de la inteligencia artificial, una muñeca parecida a un humano programada para ser la mejor compañía de un niño y el mejor aliado de un padre o madre. Cuando su diseñadora, Gemma (Allison Williams), se convierte en la cuidadora de su sobrina huérfana de 8 años (Violet McGraw), decide poner a la niña bajo el cuidado de su prototipo de M3GAN, una decisión que tendrá consecuencias.
La idea era buena. Da para profundizar sobre muchas cosas. Perfectamente podría ser un capítulo de Black Mirror. Sin embargo, tenemos como resultado un guión que parecería escrito por Charlie Brooker si quisiera escribir para gente básica y sin ganas de pensar. Estamos ante una película procesada, con un guion que no tiene ningún tipo de sorpresa, con personajes cursis y escenas del estilo “se murieron los padres, pobrecita” que casi no tienen ningún desarrollo, y situaciones que se repiten una atrás de otra con el mismo formato.
La repetición es tal, que ni siquiera hace que lo que estamos viendo sea entretenido. A la tercera escena ya dan ganas de gritar que entendimos el concepto. En cierta forma quiere emular a Chucky. No le sale. No genera miedo. Aún habiendo pasado 30 y pico de años del muñeco diabólico, Megan no le llega ni a los talones. Así como hicieron Freddy vs Jason, podrían hacer Chucky vs Megan. Sería más divertido y Chucky ganaría por goleada.
Hecha para TikTok
Se nota que está hecha subestimando a la audiencia. Su campaña está basada en el famoso video viral de la muñeca haciendo un bailecito. Los guionistas vieron el potencial de esto, pensaron cómo alimentarse de eso y armaron un guión acorde. El resultado será interesante para quienes quieran subir un video a TikTok emulando a la muñeca. Quienes estamos interesados en ver una buena película de muñecos asesinos tendremos que volver a los 80 y los 90.
Lamentablemente es una película que no asusta, ni critica, ni entretiene, ni genera suspenso. En Youtube y TikTok se pueden encontrar cientos de miles de cortometrajes hechos con dos pesos y que superan ampliamente este aburrimiento que costó 12 millones de dólares