Carlos (Darío Grandinetti) está radicado en España, donde se estableció y formó una familia hace ya muchos años. Vive con su mujer Elvira (Pastora Vega) y su hija. Fue un talentoso y exitoso bailarín de tango, y la llamada que recibe desde Buenos Aires lo descoloca y decide viajar para ahí, por unos días, porque ha fallecido Margarita (Mercedes Morán), que en su momento fue su pareja artística, y algo más íntimo.
Terminado el funeral, Pichuquito (Jorge Marrale), amigo de los dos, lo lleva ante Margarita, quien no solamente no murió, sino que le cuenta que han tenido un hijo en común, que obviamente ya es un adulto y vive en Mendoza.
Como en la bellísima Historias Mínimas (Carlos Sorín, 2002), en la que un veterano iba a buscar a su perro, “Empieza el baile” demuestra que no se precisan cosas raras para tener una buena historia y que con una base sin grandes pretensiones el desarrollo viene solo. En definitiva, que menos es más
Los personajes de Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale tienen una excelente química donde las situaciones, desde la más pelotuda hasta la más trágica, hacen que haya una conexión casi instantánea con el espectador, que puede dejar pasar ciertas decisiones del guión que, sin explicar demasiado, son muy convenientes para la trama.
Por lo costumbrista de su tono, ciertas escenas que comparten escenarios, reacciones de los personajes y por tratarse de un trío protagonista del que sería difícil destacar a uno particular, Whisky (Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004) parece haber servido de inspiración para la directora Marina Seresesky, aunque sin la parte de la tristeza uruguaya tan particular.
A pesar de su humor negro, de la frialdad en ciertas interacciones, de los muy acertados tiempos de narración, de la constante sintonía del trío protagónico y de su muy buen final, se le puede criticar que hay ciertos momentos de sensiblería, algo de lo que para el cine dramático argentino es difícil escapar. El Secreto de sus Ojos (Juan José Campanella, 2009), su película más galardonada, es un ejemplo de eso.
“Empieza el baile” es una recomendable película nostálgica, que se toma sus tiempos para contar lo que va pasando como se debe y que con simpleza logra contar una historia de mucha complejidad emocional
Juan Pablo Aguirre