Una inocente broma en un tren, cuando Sam le pide casamiento a Abeer, desata toda una trama donde el espectador es invitado a mirarse en los múltiples espejos de la sociedad siria, pero que se refleja en los valores occidentales.
¿Qué tan distintos somos? ¿Qué tanto se diferencia el protagonista al vender su piel de nosotros cuando nos vendemos al capitalismo? Disfrazada de una sátira artística, «El hombre que vendió su piel» abarca numerosos temas como la situación de los refugiados sirios, el terrorismo, el machismo, la persecución gubernamental en un régimen que no admite las criticas, las personas como objetos y la dignidad del ser humano.
Tal vez se le puede criticar que todos son tratados un poco con pinzas, sin tanta profundidad, pero en conjunto nos permite hacer una reflexión del sentido de la vida, y eso no es poco.