El cine surrealista tiene sus particularidades. Disfrutar de una película del estilo depende de qué tan dispuesto esté uno a entrar en los universos que se plantean. Sucede por ejemplo con David Lynch, que suele hacer películas que parecen sacadas exclusivamente del subconsciente, o con Terry Gilliam, que introduce muchos elementos fantásticos en sus mundos distópicos.
Algo similar pero en menor medida sucede con el cine de Yorgos Lanthimos (Dogtooth, La Langosta, El Sacrificio del Ciervo Sagrado), un director que tiene inclinación por lo extraño, por la exploración de la psique humana y por negarse a las etiquetas tradicionales. Sus películas generalmente mezclan drama, comedia negra, thriller psicológico y surrealismo, invitando a la reflexión, siendo poco convencionales.
Lamentablemente, falla en Pobres Criaturas. No llega a ser del todo surrealista ni del todo realista. Queda en un limbo, a medio camino, preocupándose más por generar impacto con cosas medio raras porque sí, que por entretener con la historia.
Ojo, tiene sus méritos
Su gran mérito pasa por la parte técnica y de actuaciones. Tiene una excelente fotografía, con tremendos paisajes, y está muy bien dirigida, con tomas largas donde se mueve la cámara alrededor de los personajes mientras dialogan, o el manejo de la distorsión visual del efecto ojo de pez en ciertas situaciones.
Sin embargo, el guión es demasiado repetitivo en los conceptos. Cansa ver a Emma Stone garchando en tantas escenas y de tantas formas diferentes sin que aporte a la trama. Con la primera escena en la que se masturba, y la primera escena larga mostrando cómo explora su sexualidad, ya habíamos entendido la idea.
Por otro lado, es bastante liviana cuando intenta criticar el capitalismo con conceptos que rozan lo panfletario, como cuando para referirse al socialismo el personaje de Emma Stone se refiere a la represión sexual diciendo que ser dueñas de su cuerpo equivale a ser dueña de los medios de producción, o a la filosofía, cuando leyendo dos o tres libros pasa de ser una persona sin ningún tipo de empatía a una revolucionaria que llora viendo a los pobres trabajando en condiciones esclavistas. Abarca mucho, aprieta poco.
En conclusión, solamente por las grandes actuaciones de todos los involucrados es que me quedará en el recuerdo como una película medio, y no como una pésima.