John Kramer (Tobin Bell) está de vuelta. La décima entrega de la franquicia explora el capítulo nunca antes contado del juego más personal de Jigsaw. Toma lugar entre los eventos ocurridos de SAW I (El juego del miedo) y SAW II (El juego del miedo 2), cuando un enfermo y desesperado John viaja a México por un arriesgado y experimental procedimiento médico con la esperanza de encontrar milagrosamente una cura para su cáncer, pero toda la operación resulta ser una estafa. Armado de un nuevo propósito, regresa a su trabajo, intercambiando papeles con los estafadores en su característico estilo.
El Juego del miedo como saga es, antes que nada, divertida. Entre todos sus capítulos, tiene altos y bajos. Las más flojas son las que, sin hacer foco en el guión, tienen como propósito contar con la escena de tortura era más incómoda y la trampa más ingeniosa. Las mejores son las que, con imaginación y buenos giros, se centran en la historia. Desde mi punto de vista, Saw X es de estas últimas,
El primer tercio de la película es un drama sentimental sobre el cáncer. Es difícil evitar sentir lástima por el tipo a pesar de que, por ejemplo, fantasea con arrancarle los ojos a un pibe que roba una billetera en el hospital. También es una gran elección que seamos protagonistas de los actos éticamente cuestionables que realizan los personajes expuestos a las trampas. Otro acierto es el foco en la vulnerabilidad del protagonista, que a diferencia de Michael Myers o Jason, es un veterano frágil cuya única protección es su capacidad para predecir los movimientos de las personas.
Con trampas divertidas, escenas molestas, un buen giro y una historia que, aunque roza lo absurdo, atrapa desde su arranque, Saw X supera a varios de sus predecesores.
¿Tiene cosas corregibles? Sin dudas. Lo más flojo pasa por las escenas de conversación mano a mano entre Jigsaw y Amanda. Parecen el borrador de una telenovela, donde no solo no sucede nada relevante para la trama, sino que usan frases grandilocuentes y vagas como “vos deberías saber más que nadie que todos merecen una segunda oportunidad”
¡Ah! ¡Tobin Bell! ¡Cómo no hablar del tipo! ¡81 años y la rompe! ¿Qué más se puede decir? Se banca toda la película como si no hubiera pasado el tiempo.
Juan Pablo Aguirre