Desde los locos años 20 en adelante, «Babylon» va recorriendo la industria del cine desde sus inicios, con abundancia de sexo, drogas y jazz. Paulatina e inexorablemente se van reflejando cambios en la tecnología, siendo el más significativo el advenimiento del cine sonoro, donde los actores, actrices e incluso personal técnico deben adaptarse a esta nueva manera de filmación, con los miedos que ello genera.
Aparecen pérdidas de empleos, donde el famoso cartel de diálogo del cine mudo deja de tener sentido, voces que no se adaptan al personaje, e incluso diálogos que directamente pasan a ser una risa cuando antes se veían esplendorosos en el cartón. No todos podrán sobreponerse a esa reconversión laboral, y por ahí pasa lo interesante de la película, donde inevitablemente uno piensa en los creadores y actores de Chaplin, Laurel y Hardy, Los Hermanos Marx, y otros tantos.